HISTORIA DEL PERIODISMO EN COLOMBIA
El periodismo en Colombia nace con la publicación del Aviso del Terremoto y de la Gaceta de Santafé (1785), publicaciones que sólo se editaron una vez, pero que mostraron los conocimientos y aptitudes de quien es considerado el padre del periodismo colombiano, Manuel del Socorro Rodríguez, quien, paradójicamente, era cubano. Unos años más tarde, en 1791, el mismo Manuel del Socorro Rodríguez funda un periódico que ya no se limitaría a una única edición, y que es considerado como uno de los más importantes de la época en Latinoamérica: el Papel periódico de la ciudad de Santafé, primer periódico oficial de la capital.
El periodismo colombiano, desde siempre, ha estado muy ligado a hechos de índole política, pues siempre ha servido como vehículo de expresión de quienes se encargan del hacer político, aunque también ha prestado su espacio a los ciudadanos del común que buscan ser oídos.
Tanto en tiempos de la Colonia como en tiempos de la Independencia, el periodismo pretendía, por encima de todo, denunciar lo que sucedía con los ejércitos españoles y libertadores, así como con todas las injusticias que se vivían durante la existencia del Virreinato. Esta concepción del periodismo, en una época donde sólo podían hablar libremente quienes estaban en la cabeza del poder, condujo a varios personajes colombianos, entre ellos Antonio Nariño, a ser desterrados del país; es decir, a ser obligados a vivir en el exilio.
Pero el periodismo también ha estado muy vinculado con la literatura, pues muchos grandes escritores del pasado y del presente han comenzado a surgir en las letras gracias a sus escritos dentro del periodismo. Prueba de esto son los casos de Rufino José Cuervo, Jorge Isaacs, Gabriel García Márquez, Germán Castro Caycedo, Héctor Abad Faciolince, entre otros.
A comienzos del siglo XIX, una vez se establece el periódico como la mayor fuente de expresión y de formación para los futuros periodistas (ya que no existían las escuelas para esto), empiezan a surgir cientos de periódicos que cierran filas en torno a una ideología o a una figura política. Por ejemplo, en los años inmediatamente posteriores a la culminación de la gesta de Independencia, cada impreso declaraba sus inclinaciones, bien fuesen de índole probolivariana o de índole prosantanderista; o, durante la época de la violencia bipartidista, declaraban si eran liberales o conservadores. Así las cosas, era obvio que quien adhiriese a un bando era, por descontado, enemigo del otro, de tal suerte que la mera intención informativa no era algo que estuviese en la agenda de los medios de comunicación colombianos. El compromiso político era, sin embargo, una postura propia del siglo XIX y de comienzos del XX. Hacia la década de 1950, el periodismo colombiano, influenciado por transformaciones globales y por la situación política, económica y cultural del país, comienza un proceso de modernización y de compromiso con nuevos retos: la información y la comunicación de noticias e historias trascendentales dentro de la vida cotidiana del país.
Este modelo se consolida durante el Frente Nacional, pues dicho acuerdo político entre conservadores y liberales buscó la colaboración del periodismo para frenar la violencia política generalizada que se vivió en el país en la década de 1940. El periodismo entendió que debía ser un vehículo de las ideas democráticas, más no de los idearios partidistas o de informaciones; su compromiso, entonces, se dio con la defensa del régimen democrático y en contra de los fanatismos. Esto, sin embargo, generó un vacío en la memoria de una generación de colombianos respecto a los asesinatos selectivos, las expropiaciones y los desplazamientos forzados de la llamada época de La Violencia.
Lo cierto es que algunos de los periódicos más visibles jugaron un papel esencial en la preservación de los acuerdos del Frente Nacional, pues en ellos se evitó la publicación de opiniones y comentarios que pudieran crear discrepancias entre los dos partidos. Este proceso generó una especie de autocensura que, si bien evitó nuevos enfrentamientos violentos entre los partidarios del liberalismo y el conservatismo, silenció muchas de las denuncias sobre la época de la Violencia en los años cuarenta y evitó que se formara una opinión pública consistente acerca de varios crímenes atroces. Además, permitió que el sistema político mantuviera la estructura bipartidista, excluyendo los intereses de grupos de campesinos, colonos, indígenas y, en general, comunidades alejadas del centro del país.
Varias regiones del país sufrían la centralización de las decisiones políticas, así como el aislamiento frente a los centros periodísticos. Sin embargo, ya desde finales de los años 20 había aparecido la radio, que había posibilitado que los medios de comunicación se acercaran a la masividad. Durante los años 40 y 50, entonces, se transformaron las formas de hacer periodismo en el país: la inmediatez y la agilidad se convirtieron en premisas fundamentales, tanto para las emisoras como para el público, que las escuchaba y atendía fielmente, ávidos de nuevas noticias. Durante los años 40, la radio comenzó a ser el medio preferido por las clases medias y las clases populares del país para enterarse de lo que estaba sucediendo, mientras que los periódicos se consolidaron como el medio de análisis, en el que los políticos e intelectuales opinaban y debatían los hechos ya acaecidos. En la actualidad, este fenómeno continúa, aunque ello no implica que análisis e información sean condiciones exclusivas de uno u otro medio.
La libertad de expresión
Junto con la radio también aparecieron las primeras leyes y decretos que buscaban limitar la libre expresión durante el siglo XX; sin embargo, ésta siempre ha estado amparada por la Constitución Nacional, en la que, que desde siempre, se ha apoyado la libertad de prensa, siempre y cuando ésta (la prensa) actúe bajo ciertos parámetros de responsabilidad social y de ética que ha de mantener a toda costa. Aún así, lo anterior no implica que no hayan habido momentos y circunstancias en los que la libertad de prensa haya sido coartada. Un ejemplo concreto de ello es el que se dio durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, en el que algunos periódicos fueron obligados a cerrar por su resuelta oposición al Gobierno, así como por sus repetidas negativas a hacer rectificación alguna.
Sin embargo, fue el gobierno de Rojas Pinilla el que hizo llegar la televisión al país en 1954, lo que no deja de resultar un tanto paradójico, si se tiene en cuenta que la televisión es el medio que ha posibilitado mayores cambios sociales en el país, así como el que contribuyó a un mayor y más eficaz ejercicio de la libertad de prensa. Con la televisión se comenzó a definir el imperio de la imagen como medio de expresión y compresión irrefutable de la realidad (ello en apariencia, obviamente, pero es que, frente a los ojos del gran público, la televisión parecía estar imbuida de una cierta naturaleza "mágica" que potenciaba infinitamente cualquier discurso o mensaje). Ante esta nueva tecnología, medios como la prensa y la radio procuraron fortalecer las ventajas que desde antaño los habían caracterizado, de tal manera que pudieran competir con la "caja mágica". Así, la prensa logró seguir siendo la preferida por las clases dominantes (tanto política y económicamente como las élites culturales), aun cuando su lectura entre las demás capas de la sociedad comenzaba a crecer progresivamente. La radio, por su parte, continuó siendo escuchada por aquéllos que no tenían acceso a otro medio por razones económicas o de ubicación geográfica.
La historia del periodismo en Colombia es la historia de los ires y venires de la política, la economía y la cultura. A través de ella se pueden comprender mucho más fácilmente varios de los procesos históricos nacionales e internacionales. Cuando se escruta con cuidado la historia de la prensa escrita, se tienen varias de las perspectivas que constituyen la opinión pública actual.
Los medios colombianos a comienzos del siglo XXI
Actualmente, el periodismo hace uso de los medios de los que se ha hablado hasta ahora, pero también de los medios electrónicos que aparecieron a finales del siglo XX. El uso de nuevos medios ha transformado y consolidado nuevas formas de hacer periodismo, pues tanto la prensa como la televisión y la radio comenzaron a servirse de las nuevas herramientas para transmitir la información de diversas maneras. El periodismo colombiano de comienzos del siglo XXI ha comenzado un diálogo directo con los usuarios por medio de nuevos formatos, como los reporteros barriales, los blogs de opinión o los especiales audiovisuales. El ejercicio del periodismo a través de Internet, con las redes sociales y las nuevas plataformas de información, se ha convertido en un asunto de carácter global. Esto ha generado una impresión particular sobre las nuevas posibilidades de transmisión de la información y su influencia sobre los problemas de la sociedad. Sin embargo, el reto lo tienen los usuarios, que se enfrentan ahora a una gran revolución de las formas de relacionarse con los emisores (medios).
El periodismo colombiano, en la actualidad, es dueño de un inmenso poder. Éste, cuando ha sido manejado con ética, responsabilidad y objetividad, ha tenido repercusiones positivas en la sociedad y en el devenir del país. Sin embargo, cuando este poder de influencia del periodismo se ha dejado manipular por intereses coyunturales de tipo político o económico, ha tenido gran responsabilidad en la prolongación o en el empeoramiento de las crisis sucesivas que han dibujado la historia contemporánea de Colombia.
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